Selección de artículos extraídos de los libros: «Nostalgia geométrica del caos», «Tierra firme de la fantasía», «El tiempo todo locura» y «La mejor defensa es un buen ataque de risa».

¿Para qué sirve el derecho de vivienda?

En España hay varios millones de jóvenes que se encuentran en una situación de indigencia, viviendo gracias a la caridad de sus familiares en una casa que no es la suya, incluso más allá de los treinta años. Cuando se habla de los sin techo, nadie se acuerda de todos aquellos que se ven obligados a convivir con sus padres sin poder emanciparse, a causa del desempleo principalmente, los bajos salarios y el desorbitado precio de la vivienda, sobre todo en régimen de alquiler. Esta situación social tercermundista es la causante de que los españoles sean los únicos europeos que no pueden independizarse y ganarse la vida únicamente por sus medios, al menos mientras continúan siendo jóvenes.

Sin embargo, el Banco de España considera que, debido principalmente al boom inmobiliario, la sociedad española vive la etapa de bonanza económica más larga de la historia moderna, un argumento completamente falso, si entendemos la economía como el arte de administrar el dinero y generar riqueza, porque la ausencia de una política de vivienda impide el acceso a derechos fundamentales para una mayoría y provoca que las familias españolas se endeuden de por vida. La especulación inmobiliaria es tan fácil, rápida y rentable, que cada vez se invierte menos en bolsa; apenas se destina dinero a la industria, la investigación o la cultura, porque está todo metido en el ladrillo, y al final, las únicas empresas españolas verdaderamente fuertes son los bancos. La economía española se basa casi exclusivamente en los fondos de la Unión Europea y en esa burbuja inmobiliaria, que produce mucho movimiento de dinero y permite que los bancos prosperen a costa de los derechos de todos, pero no produce riqueza y hace que las posibilidades financieras sean cada vez menores. El milagro económico español se limita finalmente a ese proceso de enriquecimiento de políticos, banqueros, constructores, agencias y demás especuladores a costa de las clases medias y bajas sin que éstas se den cuenta o hagan nada por remediarlo ni por canalizar su indignación, violando sistemáticamente el artículo 47 de la Constitución: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias para hacer efectivo ese derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.

En 2004, el precio de la vivienda nueva en España fue seis veces superior al de 1985, con tasas de incremento que duplican la media de la Unión Europea. Desde 1998, mientras los salarios han crecido un 20%, el IPC lo ha hecho un 40%, y la vivienda se ha encarecido por encima del 150%. Los precios medios de las viviendas han subido un 11% anual acumulativo desde 1985, pero en los últimos años el crecimiento es aún más espectacular, en torno al 17%. Es decir, a día de hoy comprar un piso de reciente construcción resulta, de media, tres veces más caro que en 1996, según se desprende de las valoraciones realizadas por Sociedad de Tasación en el primer semestre de 2005. Las últimas subidas ya equiparan los precios con Francia, a pesar de la diferencia del nivel de vida. La Federación de Agencias Inmobiliarias sitúa el promedio del valor del m² en torno a los 2.500 euros. Por ciudades, el precio medio al cierre del 2005 de Barcelona y de Madrid (4.000 euros), según los análisis de Tecnigrama, todavía está por debajo del de París (4.545 euros), pero por encima de Roma (3.780 euros), Bruselas (3.000), Berlín (2.630), Francfort (3.700) y roza el de Milán (4.138).

Sin embargo, estas diferencias en cifras absolutas se incrementan mucho más si se relacionan con el coste de la vida de cada país y con los sueldos que se cobran. En base a los datos de la OCDE, resulta más caro comprar una vivienda en España que en cualquier otro país de la Unión Europea, porque los salarios brutos de los trabajadores españoles son los terceros más bajos, sólo por delante de Portugal y Grecia. Los contratos son miserables debido a que en nuestro país no se reconoce la formación universitaria y las empresas se han acostumbrado a una clase obrera de lujo.
La deuda financiera de las familias españolas superó por primera vez en su historia los 700.000 millones de euros, a finales de 2005, casi el 80% del PIB, una marca sin precedentes, a partir de los datos facilitados por el Banco de España. La política de vivienda anula los escasos incrementos salariales, convirtiéndose en el anticonceptivo más eficaz para las parejas, con un elevadísimo porcentaje de fiabilidad. Los precios son totalmente inalcanzables para un salario normal, y más si tenemos en cuenta los gastos de escrituras, la hipoteca, etc. El esfuerzo sobre la renta que las familias españolas tienen que soportar para disponer de un techo propio, se situó en 1999 en el 39%, frente al 53% de 2001, y el 60% en 2005. Por ello, la búsqueda de vivienda se ha convertido, igual que en la posguerra, en uno de los problemas cardinales de todos los trabajadores. Hasta el propio Ministerio de Fomento reconoce que el 40% de los ciudadanos, en su mayoría jóvenes, no puede hacer frente a sus necesidades básicas de forma legal o sin recurrir a la caridad. La especulación inmobiliaria se convierte así en una violación del derecho de vivienda.

Para qué sirve el derecho de vivienda

Para qué sirve el derecho de vivienda

Si se cifra en espacio de tiempo, un español que no sea millonario destina veinte años de su trabajo, invirtiendo todo su sueldo, para la compra de un piso. En 1982 una vivienda de 90 m² costaba tres años, sin contar gastos de notaría ni hipotecas, mientras que en 1993 pasó a seis. Y hablamos de ingresos medios, que en España están en 13.000 euros anuales aproximadamente; pero si se trata de un trabajador que gana el salario mínimo interprofesional, el plazo se eleva a 46 años de su vida.
En cualquier caso, como la vivienda no se puede pagar al contado, hay que pedir un préstamo al banco y pagarlo en plazos aún más dilatados. Son varios millones de españoles los que pasan largos años trabajando, además de para la empresa que los explota, para el banco que les concedió el préstamo hipotecario. En 1986, la usura bancaria se llevaba el 30% de los ingresos totales familiares en concepto de hipoteca y, desde 1991, se quedan ya con el 60%. Hay que aclarar que esos porcentajes no son del sueldo del cabeza de familia, sino de todos los que entran en la familia, porque sólo si trabaja la pareja y sumando al menos dos nóminas, es posible disponer de un techo. Esta es la razón principal de que las mujeres se hayan ido incorporando rápidamente al mercado laboral: para que los bancos puedan quedarse además con el otro sueldo de la pareja a través de la hipoteca. Y es que si la gente pudiera vivir dignamente sólo de su trabajo, los bancos no tendrían a nadie a quien prestar dinero. El 70% de la población madrileña no puede permitirse el lujo de ejercer su derecho de vivienda.

Actualmente, en el 2005, se paga por el m² en España cerca de 2.500 euros, mientras que en 1996 costaba 674. Por ciudades, el m² en San Sebastián ha pasado de 923 euros a los 4.000 que se pagan en la actualidad, una cifra similar a la de Madrid, donde costaba 1.084 euros en 1996; y es en Barcelona donde la subida ha sido más llamativa: un m² costaba 801 euros, mientras que ahora cuesta de media 4.076. Es decir, en tan sólo 10 años, el m² ha multiplicado por cuatro su valor.
A pesar de estos incrementos, o precisamente por ello, España es el país de la Unión Europea con mayor volumen de viviendas en propiedad y secundarias, por delante de países como Austria, cuya renta es un 40% superior a la española.
Y eso teniendo en cuenta que los bajos tipos de interés ya no estrangulan como hace quince años –en 1990 se situaban en el 15%, frente al 3,5% de media de 2005–. Ahora el dinero está relativamente barato, pero las casas más caras que nunca, por lo que la cantidad a pedir al banco es muy superior a la de entonces, y el porcentaje del sueldo destinado a pagarlo, también. Hasta el Banco de España reconoce que los precios están sobrevalorados, aunque sólo un 20%, según ellos, y advierte acerca de dos peligros: la pérdida de competitividad y el boom inmobiliario, con el elevado endeudamiento de los hogares que conlleva.

En las zonas turísticas, los precios también se han revalorizado cerca del 300% desde 1998 hasta 2005. Una buena parte de las compras proviene de extranjeros, ya que los datos de la balanza de pagos sobre la inversión extranjera en inmuebles muestran un crecimiento medio anual del 31% en los últimos ocho años. El volumen invertido por los ciudadanos foráneos en la adquisición de inmuebles en España alcanzó los 3.479 millones de euros durante el primer semestre de 2004.

En cuanto al alquiler, Madrid se encuentra entre las cinco ciudades más caras de Europa, sólo superada por Londres, Roma, París y Ginebra, según un estudio publicado por la Federación de Agencias Inmobiliarias, a partir de datos del primer semestre del 2005. El precio medio en la capital británica es de 35 euros al mes por m², antes de impuestos y otros gastos. A mucha distancia le siguen Roma con 21,7 euros, París con 19,8, Ginebra con 19,4 y Madrid con 16. Por debajo de 15 euros se sitúan otras metrópolis del viejo continente, como Barcelona, Amsterdam, Zurich, Berlín, Francfort y Munich. Y por debajo de 10 euros Estocolmo, Amsterdam o Bruselas, entre otras.

Estos datos muestran que, desde hace ya algunos años, alquilar una vivienda en España resulta una mala inversión para el inquilino, dada la constante subida de los precios y teniendo en cuenta las facilidades que ofrecen los bancos en el crédito hipotecario. Debido a la mínima diferencia mensual de gasto entre compra y alquiler, la inmensa mayoría de los españoles, 85% según el Instituto Nacional de Estadística, se decantan por la propiedad.
La situación es radicalmente opuesta en los países de la Unión Europea, donde, de media, el 35% de la población vive en alquiler, el 50% en el caso de Alemania y Holanda, según un estudio de Intec Consultores.

Esta escasez de oferta ha ido elevando los precios hasta límites inauditos. Se calcula que el coste medio anual de arrendamiento se sitúa en torno al 5% del valor total de la vivienda. Así por ejemplo, en una casa que cueste 180.000 euros, el alquiler ascenderá aproximadamente a 750 euros al mes. Pero esta cifra puede variar mucho pues el mercado de alquiler está en manos de los propietarios, lo cual favorece la especulación, por ejemplo, en los casos en que se exigen precios más elevados de los que demanda el propio mercado por viviendas en pésimo estado, que estudiantes o inmigrantes se ven en la necesidad de arrendar. En cualquier caso, los alquileres son cuatro veces más caros que en 1988.

El régimen de propiedad de la vivienda está relacionado con el sistema de trabajo. En Holanda, Suiza y Suecia existe el triple de viviendas en alquiler que en España, porque se incentiva la movilidad laboral. Por tradición, la Administración española y las organizaciones sociales animan a lo contrario.

Para qué sirve el derecho de vivienda

Para qué sirve el derecho de vivienda

Durante toda la etapa de gobierno socialista, desde diciembre de 1982 a marzo de 1996, los alquileres subieron un 13’7% más que el IPC general. Desde marzo de 1996, fecha en la que el PP ganó sus primeras elecciones generales, hasta septiembre del 2003, llegaron a encarecerse un 68’5% por encima de los precios. Esta es la causa del espectacular descenso de este tipo de vivienda: del 40% en 1960, a sólo un 9% en 2001. El precio del alquiler ha subido en los últimos 15 años el doble que el IPC.
La actual ley de arrendamientos es demasiado garantista para el arrendatario, porque a los dueños les perjudica la perspectiva de verse atrapados en contratos de al menos cinco años con un inquilino que incumpla sus obligaciones, bien por casos de impago o bien por daños sufridos en el inmueble.

Los expertos del sector consideran que la falta de incentivos fiscales a los propietarios que tengan la posibilidad de poner un piso en alquiler, explica su escasa explotación. Mientras quienes adquieren una casa en propiedad cuentan con deducciones en el impuesto sobre la renta de entre un 15% y un 25%, la ley del IRPF de 1998 eliminó esa posibilidad para el caso del alquiler, y las ventajas fiscales que se han aplicado desde el 2003 para los propietarios que alquilaran sus viviendas vacías han sido totalmente insuficientes. En realidad, han terminado por revelarse como un argumento más entre los ciudadanos que optan finalmente por la adquisición en propiedad.

Y si no se puede comprar una vivienda y tampoco se puede alquilar, las consecuencias saltan a la vista: un 15%, según datos oficiales, están vacías.

En los censos sobre vivienda del Instituto Nacional de Estadística, éstas se clasifican en viviendas principales, secundarias o de temporada y vacías o desocupadas. El número de estas últimas existente en España ascendía a 3,25 millones, según el censo de 2003, de los cuales casi la mitad pertenecen a inmobiliarias. La proporción es del 15%, de un total de 21 millones de viviendas familiares existentes. La Comunidad Autónoma con las proporciones extremas es Extremadura, mientras que la menor corresponde al País Vasco.

Un dato interesante es que la mayor proporción de viviendas vacías se encuentran en poblaciones con menos de 10.000 habitantes, es decir, muchas de ellas no están situadas en las zonas en las que la demanda de alquiler estable es mayor. Sin embargo, la tercera parte de las mismas, más de un millón, se ubican en ciudades de más de 100.000 habitantes.

Las provincias que mayor número acumulan son Barcelona (307.859), Madrid (306.556) y Valencia (208.064), y las que menos son Ceuta, Melilla, Álava y Teruel. Estos datos subrayan que son precisamente las zonas más pobladas y donde más han subido los precios en las que hay mayor cantidad de pisos desocupados.
Otros estudios anteriores del INE también apuntaban en la misma línea y vienen a sustentar los análisis que inciden en la importancia de la especulación como principal factor del boom inmobiliario en los últimos años.
Según el INE, sólo el 9,6% de los hogares españoles vive de alquiler, confirmando que España es el país de la Unión Europea con el menor peso de este tipo de viviendas.

No hace falta ser un experto inmobiliario para darse cuenta de que incorporando al mercado un buen porcentaje de las viviendas vacías se mataría dos pájaros de un tiro: por un lado, bajarían los precios del alquiler y, por otro, se solucionaría el acceso a la vivienda para aquellos que dispongan de una menor capacidad adquisitiva.

Lo más grave del caso es que los precios se disparan a pesar de que se construyen muchas más viviendas de las que se necesitan realmente, y eso se debe a que los capitales acuden al sector inmobiliario porque la especulación permite que la rentabilidad multiplique notablemente el capital invertido. La ley del suelo de 1997 convertía casi todo el suelo en susceptible de ser urbanizado: entre 1990 y 2005 la superficie edificada aumentó un 40%.
España construye casi tantas casas como Francia, Alemania y el Reino Unido juntos. Es el país de la Unión Europea donde más viviendas se construyen, más de 800.000 en 2005, frente a las 300.000 de Francia o las 350.000 de media anual en Alemania. Y se construye sin ningún criterio, debido a la ausencia total de una política de urbanismo. De hecho, el urbanismo todavía está por descubrir en España. Tenemos una buena muestra en Benidorm y en la mayor parte de la costa mediterránea.

El mercado español tiene 528 viviendas por cada 1.000 habitantes, uno de los valores más elevados de Europa. Si esto se pone en relación con el número de hogares, claramente nos situamos en cabeza, con 1’5 viviendas por hogar. Y un 16% del total es segunda residencia, también el porcentaje más alto.
En los últimos diez años, las grúas han levantado en nuestro país 5,75 millones de pisos, un millón más de lo que ha crecido la población en esta década. En 40 de las 52 provincias el número de viviendas es mayor que el número de habitantes. En estos diez años, sobran dos millones de viviendas, según datos del Consejo Superior de Arquitectos. En Ávila, por ejemplo, que ha perdido 2.300 habitantes, se han levantado 30.503 casas.

En España la vivienda no está considerada como una necesidad o un instrumento de política social, ni mucho menos como un derecho básico. Es un mecanismo de especulación (de inversión lo llaman) mucho más rentable que la bolsa. En 2004 la inversión inmobiliaria se revalorizó más del 15%, frente a una caída del índice bursátil del 28%. En nuestro país no existe propiamente urbanismo, sólo chiringuitos inmobiliarios. Marbella siempre ha sido un ejemplo paradigmático.
Los recursos públicos destinados a vivienda suponen el 0’5% del PIB. España es uno de los pocos países europeos donde no se ofertan apenas viviendas públicas. Sólo un 7’6% de los alquileres son de este tipo. Y han pasado de representar el 60% de las nuevas construcciones hace 20 años a sólo un 10% en la actualidad. Es el porcentaje más bajo en ese periodo.
Pero esta circunstancia no significa que los pisos de protección oficial puedan suponer alguna solución, más bien se trata de una parte del problema. Si los Ayuntamientos, Comunidades o Ministerios construyen viviendas sociales, lo hacen gracias a la financiación que obtienen encareciendo artificialmente el suelo, lo cual trae como consecuencia un aumento en el precio de todos los pisos. Las subvenciones oficiales no pueden rebajar el precio de la vivienda, porque es del encarecimiento general de donde salen los recursos para construir este tipo de casas. Es decir, sólo ponen de manifiesto la incapacidad de las administraciones públicas para resolver el problema y su firme determinación a la hora de continuar violando la ley. De hecho, en los pisos de protección oficial es el derecho de vivienda lo que se adjudica por sorteo.

Para qué sirve el derecho de vivienda

Para qué sirve el derecho de vivienda

La inversión inmobiliaria es una de las mayores fuentes de beneficios en España, así como de dinero negro y de corrupción, favorecido por las desgravaciones fiscales hasta por comprar una tercera casa, lo cual permite eludir al fisco a quienes más dinero ganan. Algunas de las empresas son tan conocidas como PSV, la promotora de UGT que estafó a sus propios afiliados. Y la mayoría de los presidentes de fútbol y narcotraficantes están implicados en la construcción, lo que les sirve para blanquear el dinero negro que estos grandes negocios mueven con tanta rapidez. Al menos en el fútbol estarían justificados los pelotazos.

Todos estos datos permiten destacar cuatro causas principales del alto precio de la vivienda:

La primera de ellas es el monopolio de suelo urbanizado en manos de un puñado de grandes constructores e inmobiliarias, lo que fomenta la tendencia inflacionista de los precios de los terrenos y, en última instancia, de la vivienda. Y ello a pesar de que la superficie a construir en España pasó de los 53’1 millones de metros cuadrados en 1995, a 83 millones en 2001 y 100 millones en 2005. Estas cifras reflejan un aumento medio anual del 10’4%.

La segunda es la especulación del suelo: el precio de los solares, que en 1985 era el 25% del valor final de la vivienda, ahora es un 55%. Desde 1998 el suelo ha duplicado su valor.

La tercera son los gastos de promoción, que si en 1988 sólo componían el 9%, ahora suponen el 18% del precio.

El cuarto son las hipotecas, el endeudamiento con los bancos para poder financiar los precios astronómicos.

Por tanto, los costes de construcción han bajado, pero aparece toda una serie de promotores, agencias, banqueros y demás intermediarios que se llevan la gran tajada a costa de los derechos de todos. Y los grandes responsables, como han señalado todos los expertos, son las cuatro administraciones públicas en competencia con el mercado del suelo, es decir: los Ministerios de Vivienda y Fomento, las Comunidades y los Ayuntamientos.

Se ha ido produciendo un fenómeno de concentración de la propiedad: grandes empresas inmobiliarias han acaparado el mercado, especialmente en las ciudades más pobladas, para dedicarlas a oficinas; una exigua minoría dispone de varias viviendas y la mayoría no tiene ninguna, ni perspectiva de poder adquirirla. Hay toda una capa parasitaria de rentistas propietarios de varios pisos o locales que viven de los alquileres que cobran a sus inquilinos. Las agencias manejan los precios a su antojo, tasan a su albedrío y cobran comisiones totalmente abusivas de las que el cliente no puede desprenderse, ya que copan el mercado.
La sociedad de consumo comenzó expulsando del centro de las ciudades a los trabajadores, creando inmundos arrabales y suburbios para ellos y dejando el centro para sus sofisticadas y modernas oficinas. Hoy esos barrios periféricos tampoco son asequibles, viéndose obligada la gente de la calle a vivir en poblaciones lejanas de sus centros de trabajo, lo que provoca graves problemas de transporte, caos circulatorio, contaminación y un descenso importante en la calidad de vida para millones de personas. Las nuevas construcciones son ciudades fantasma sin equipamientos sociales, ni culturales, como búnkeres que dividen por guetos y clases sociales a sus habitantes. La especulación ha obligado también a construir viviendas cada vez más pequeñas e incómodas, donde a veces se hacinan varias familias e incluso generaciones en imposible convivencia.
Por ello, muchos jóvenes se han visto obligados a okupar viviendas y locales abandonados por sus propietarios. Incluso hay quienes han pretendido ver en ello una solución al problema, en torno a la cual se ha creado todo un movimiento social. Sin embargo, no hace falta ser sociólogo para comprender que la okupación no es una verdadera solución, a lo sumo es un remedio, un parche temporal que no resuelve, ni mucho menos, el grave problema de la vivienda, si bien denuncia abiertamente la existencia de un conflicto dramático de verdadera expropiación de derechos, de que unos acaparan multitud de casas y otros carecen de techo.

Las tesis socialistas defendieron que la vivienda no era sólo un problema para el proletariado, sino que afectaba a otros sectores sociales, especialmente a la pequeña burguesía urbana. También, que no se trata de un problema moderno, ya que tiene profundas raíces en la contradicción entre el campo y la ciudad, contradicción que es insoluble en el marco del capitalismo. Por ello creyeron ver una solución en la expropiación total, lo cual requeriría previamente llevar a cabo una revolución socialista que nacionalizara el suelo, cambiar todo el sistema económico y desarrollar una nueva arquitectura y un nuevo urbanismo al servicio de las necesidades sociales. Pero lo malo de este tipo de intervenciones totalitarias es que sólo producen resultados nefastos allí donde han sido aplicadas, porque la capacidad de los políticos para empeorar las cosas es infinita, igual que su talento para provocar los problemas que ellos mismos dicen querer resolver con el dinero de los demás. Todos los recursos de los poderes públicos son nuestros, todo lo que gastan, por ejemplo, en vivienda, lo obtienen antes de nosotros, o bien quitándonos directamente nuestro dinero, mediante impuestos, o bien interfiriendo en nuestras decisiones en los mercados. Presentarse con nuevas soluciones intervencionistas de carácter totalitario equivaldría, como dijo Ortega, a recomendar el retorno de lo que fue la causa del trastorno.

Hay una solución relativamente sencilla y mucho más efectiva para frenar la especulación inmobiliaria. Se trata sobre todo de incorporar al mercado de alquiler las 3,25 millones de viviendas vacías existentes en España, y penalizar su posesión con impuestos. Subir el IBI al 500% a quien tenga pisos deshabitados. Confeccionar un censo de viviendas sin uso para, una vez localizadas, obligar a sus propietarios a ponerlas en alquiler o asumir una penalización. Y ofrecer además garantías de asistencia legal y seguros en caso de impagos por parte del arrendatario o de daños sufridos en el inmueble. De esta manera, al aumentar la oferta, bajarían los precios de los alquileres, con lo cual mucha gente dejaría de plantearse la compra de una casa mucho más cara. Al bajar la demanda de compra, los precios tendrían que moderarse o incluso bajar. Esto no es ninguna quimera. En Inglaterra están bajando los precios porque los alquileres son más baratos, y la gente ya no se plantea la compra de una casa como única posibilidad de ahorrar. Sin embargo, resulta inadmisible que a estas alturas, legalmente todavía no se ha establecido qué es una vivienda vacía. Es el concepto que debe acuñarse para que los ayuntamientos puedan determinar cómo penalizar a sus propietarios a través del impuesto de bienes inmuebles.

Conseguir un aumento del alquiler es un objetivo imprescindible, aunque parece difícil lograr elevaciones significativas, ante el arraigo de la propiedad y por la persistencia de una fiscalidad mucho más favorable a la compra. Teniendo en cuenta el nivel intelectual medio existente en la política española, lo más probable es que los futuros aumentos del alquiler puedan venir más por la vía de la construcción de viviendas protegidas que por la transformación de las viviendas ahora vacías en viviendas alquiladas. Los políticos se limitan a despachar con el consabido repertorio de buenas intenciones, lo cual les permite seguir robando con total impunidad. Los medios afines a la explotación hablan de okupas, antisistema, pero el problema afecta a todos, no sólo a los jóvenes, porque muchos han superado los treinta años. Si por encima de esa edad se les sigue considerando como menores es porque no pueden ganarse la vida honradamente sólo por sus medios, no porque lo sean. Si el Estado no cumple con su obligación de impedir la especulación, no podemos esperar que las grandes empresas inmobiliarias y constructoras dejen de hacerlo. A día de hoy es la forma más segura y rentable de invertir los ahorros. Y tampoco podemos esperar que el Estado cumpla con su deber si no se le presiona para que lo haga. La especulación inmobiliaria es un acto condenable, y no sólo moralmente, también debería serlo penalmente, porque impide el acceso a un derecho constitucional básico. Y se trata de una desgracia para todos, no sólo para quienes disponen de un menor poder adquisitivo, sino para la economía de un país. El famoso dato de Aznar, que colocaba a España como 10º país más rico del mundo, es absolutamente falso. La política de vivienda en España es la peor de Europa, se triplican los pisos vacíos y el aumento de precios. No sólo el Banco de España considera insuficientes las medidas aplicadas, sino que la OCDE y el FMI también se han manifestado en contra del Plan de Vivienda del Gobierno español. La OCDE viene a constatar que España encabeza el ranking europeo de viviendas vacías y de un mayor aumento anual de los precios de los pisos, hasta el punto de triplicar la media de la Unión Europea en ambos conceptos. Los expertos consideran que esta proporción es debida a tres factores fundamentales: la inseguridad que genera la actual legislación de arrendamientos, la lentitud judicial ante los numerosos casos de incumplimiento de contrato y la alta rentabilidad de la compraventa, que empuja a los propietarios e inversores a no alquilar. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la estabilización del mercado necesita reformas estructurales que contemplan eliminar las deducciones fiscales a la compra de vivienda, unas deducciones que «tienden a impulsar la subida de los precios y tienen efectos redistributivos muy discutibles». El Fondo Monetario Internacional advirtió al gobierno español que el plan de choque de la vivienda es insuficiente para contener los precios en el sector y recomienda medidas fiscales, como eliminar los actuales incentivos a la compra de propiedad, porque ya no son necesarios. Asimismo, recomienda eliminar progresivamente la asimetría fiscal para la compra y el alquiler, modificar la regulación del alquiler y reformar la ley del suelo. El FMI, además, rebaja la previsión de crecimiento de la economía española, tanto para este año como para el próximo, en el 2,6% por la diferencial de inflación, la evolución del precio de la vivienda y el endeudamiento de las familias.

También la Fiscalía General del Estado reconocía en su memoria de 2005 que el urbanismo “constituye una fuente creciente de criminalidad”. Las fiscalías abrieron este año 1.600 diligencias por delitos contra la ordenación del territorio, a pesar de no tratarse de un año electoral, pues ya sabemos que los casos de corrupción urbanística salen mucho más a la luz en época de elecciones. Un tercio de los billetes de 500 euros de la UE se encuentran en España y casi todos se utilizan en la economía sumergida.

Ningún gobierno está dispuesto a tomar soluciones reales porque son ellos quienes se benefician del problema. Los bancos se enriquecen con la especulación y son los bancos los que financian a los partidos políticos, no se trata de PP o PSOE. La situación tampoco cambiará el día que los españoles se vean incapaces de asumir el endeudamiento, porque la codicia y la imaginación de los bancos a la hora de sacar el dinero a la gente no tienen límites. En Japón, las hipotecas ya son hereditarias y se trasmiten de padres a hijos. Los políticos anteponen las leyes del mercado, una superstición del liberalismo económico, a los derechos o la ética. Las supuestas leyes del mercado no son un principio de realidad, porque son las decisiones políticas las que condicionan el mercado, más que al revés. Ningún partido es capaz de tomar medidas valientes, ni siquiera de proponerlas, violando sistemáticamente el artículo 47 de la Constitución.

Una buena muestra la tenemos en la actitud al respecto de la ministra de Vivienda. Tras un año desde su toma de posesión, María Antonia Trujillo, parecía tener un plan. Por lo menos, eso era lo que daba a entender en todos los foros a los que acudía. Pero ahora comprobamos que lo único que tenía eran algunas ocurrencias. Incluso el parque de viviendas en alquiler podría quedarse en nada. Además, entre las intenciones a corto plazo de Trujillo no se encuentra la reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos, una de las claves del problema. Para esta pobre mujer, una de tantas incapaces colocadas al frente de un ministerio para rellenar la cuota femenina en organismos públicos, el precio de los inmuebles no ha subido en la Comunidad de Madrid desde finales de 2003, basándose en los datos presentados por el Ministerio de Vivienda para el segundo trimestre de 2005. Obviamente los datos no se corresponden con la realidad, pues los precios han seguido incrementándose. La explicación hay que buscarla en la nueva fórmula aplicada a partir de 2005 para calcular los datos. Se trata de rebajar los precios de los últimos trimestres, difiriendo de los que en su día ofrecieron como buenos, válidos y oficiales tanto el propio Ministerio de Vivienda como el de Fomento. El nuevo sistema de cálculo usado para elaborar las tablas, tal y como ha confirmado el director de estadísticas del Ministerio, elimina de la muestra de estudio las casas más caras –con valor superior a un millón de euros–, lo cual, inevitablemente, repercute a la baja en la media total, ya que no se procede del mismo modo en el lado opuesto, el de los pisos más baratos. Lo mismo ocurre con el precio medio del suelo en España, que por obra y gracia del mismo retoque hoy sería de 1.752,8 euros el m², similar a lo que costaba en el cuarto trimestre de 2004, cuando todos los estudios rigurosos lo sitúan por encima de los 2.000 euros.

Otra de las novedades usadas por el Ministerio para guisar a su gusto las estadísticas ha sido modificar el elemento de ponderación: en lugar de utilizar el censo de viviendas o el número de habitantes, como se hacía tradicionalmente, ahora se tiene en cuenta el número de tasaciones, lo cual corrobora que el resultado sea tan del agrado del gobierno.

En realidad, se trata de fórmulas tan engañosas que resultan ridículas hasta para sus autores, como demuestran las propias declaraciones contradictorias de la ministra. Según Trujillo, mientras los jóvenes se quejan del acceso a una vivienda, los padres, los que ya tienen un piso en propiedad, están encantados con la revalorización de sus viviendas. Pero si primero el Ministerio falsifica los datos para demostrar que no han subido los precios, resulta poco aleccionador instruir a continuación a la opinión pública acerca de las ventajas de un aumento de precios, que ni siquiera eran capaces de reconocer.

En cualquier caso, la revalorización de las viviendas sólo beneficia a los grandes propietarios, no a quienes disponen de un piso del que no se pueden desprender, porque entonces tendrían que comprar otro igual o más caro y sus propiedades carecerían de valor de cambio.

El Ministerio no puede evitar ni eliminar los chiringuitos inmobiliarios, como pretenden sus actuales inquilinos, porque es precisamente la mala gestión del gobierno en esta materia la principal responsable de la corrupción urbanística. En los ayuntamientos hay untamientos, debido sobre todo a sus objetivos de lucro personal y de financiación de partidos políticos, y a que la corrupción es la base y el verdadero cimiento de la política de vivienda española.

Pero quizá el mejor ejemplo de lo que este gobierno entiende por defender el derecho de vivienda lo encontremos en la página web puesta en marcha por el Ministerio, www.kelifinder.com. El sitio en sí no es mucho peor que cualquier otro, se trata de información para buscar piso dirigida a los jóvenes, es decir, a los menores de cincuenta años. Pero lo que resulta vergonzoso y una autentico escarnio a costa de un derecho fundamental es la iniciativa de regalar unas zapatillas a las 10.000 primeras personas que visiten la página “para que les ayuden a patearse la calle buscando piso”. ¿A quién se le ha ocurrido semejante estupidez? Una página que además ha costado 140.000 euros, cuando según los entendidos no debería haber sobrepasado los 3.000. En España siempre ha gustado mucho lo regalado y no escasean los ejemplos de generosidad cuando se trata de gastar el dinero ajeno. Ni tampoco del saludable deporte de dar gato por liebre, como prueba la presentación de la página en cuestión y el posterior video promocional que, según sus responsables, utiliza un tono informal muy cercano a los jóvenes, a quienes se permiten tratar de débiles mentales ya sin ningún disimulo.

El caso es que el PSOE trata de ser continuista con la política del ladrillo que tanto le criticaron a los antiguos inquilinos del gobierno. Sin embargo, mientras les sea posible, pretenden huir hacia delante de la forma más rastrera y despreciable, a sabiendas de que esto no va a traer sino unas consecuencias económicas catastróficas. La explosión de la burbuja podría ser rápida y violenta, de seguir el modelo de las tecnológicas de los 90 y de la teoría clásica de la burbuja especulativa, con bajadas de los precios de 30-50% en poco tiempo, lo cual traería una crisis profunda en toda la economía. O bien, los propietarios verán cómo sus pisos ya no valdrán nada, y muchos hogares pasaran a la larga lista de morosos. Al final ganan los que hacen de la usura su forma de vida, enriqueciéndose a costa de las necesidades de todos.

La solución pasa por subir el IBI de las viviendas vacías al 500%, machacar a impuestos a los especuladores. Recuperar los edificios deteriorados, penalizar a los propietarios de viviendas vacías y fomentar el alquiler. Eso ya lo intentó tímidamente Gallardón y casi se lo comen en su enladrillado partido. Y a ningún político socialista se le ha ocurrido jamás tomar una medida semejante, que a primera vista parece más propia de un político de izquierdas que de derechas. Pero el socialismo está completamente corrupto desde hace mucho tiempo, hasta el punto de haber creado un Ministerio de la Vivienda exclusivamente para tener controlada una situación que tanto les beneficia y tanto perjudica a la gente de la calle, de quienes ya ni siquiera disimulan haberse apartado. La demanda se sostiene con pinzas, y ahora pretenden seguir sustentando el mercado de pisos pequeños con oleadas de indocumentados viviendo en malas condiciones, pagando cifras desorbitadas por pisos que no lo valen. En lugar de rebajar los precios, reducen el espacio. Esperan convencernos de que el precio de la vivienda en España no puede bajar. Pero entonces, ¿por qué sí lo hizo en el 92-93? ¿por qué ha bajado en otros países europeos y del mundo? En Japón tuvieron más de diez años consecutivos de descenso en los precios, y en Inglaterra y Australia está dándose una situación similar, con bajadas generalizadas durante meses del orden del -1%. ¿Es acaso España un paradigma económico independiente del mercado mundial? ¿Somos el país más tonto de Europa?


Madrid, 2005

Breve diccionario patafísico

  • Fantasía: Pájaro loco de los anhelos infinitos.
  • Diario: Ficción autobiográfica.
  • Racionalismo: Surrealismo cartesiano.
  • Azar: Desatino del destino.
  • Campaña electoral: Apología de la abstención.
  • Top Model: Mujer incapaz de inspirar un amor desinteresado que se pasea por las pasarelas de todo el mundo para demostrarlo.
  • Libertad: Arte de administrar los deseos.
  • Genética: Parte de la biología que trata de la herencia, es decir, del destino.
  • Intuición: Deducción por dictámenes sensitivos.
  • Respuesta: Origen de la pregunta.
  • Vacaciones: Recurso del sistema laboral para mantener viva la inercia del trabajo asalariado.
  • Bienestar y espectáculo: Pan y Circo de la postmodernidad.
  • Queja: Goce masoquista.
  • Consenso: Negación del debate democrático.
  • Poeta: Escritor de poesías que inventan al poeta que las escribe.
  • Abstención: Opción política votada por mayoría absoluta en todas las democracias del mundo.
  • Olvido: Recuerdo omnipresente.
  • Rencor: Ira rancia.
  • Agencia de publicidad: Sitio poblado de charlatanes de feria capaces de satisfacer necesidades que los incautos ni tienen ni tendrían nunca de no ser por las propias agencias publicitarias.
  • Materia: Espacio lento.
  • Imaginación: Contacto entre el azar y la memoria.
  • Folklore: Miércoles de ceniza de la cultura.
  • Ausencia: Sima sobre la que trata de hacer pie la presencia.
  • Autoestima: Vanidad postmoderna.
  • Religión: Ateísmo jerarquizado.
  • Parado: Profesional de la desocupación.
  • Intelectual comprometido: Filósofo doméstico.
  • Profesión: Actividad elegida contra la propia vocación.
  • Hombre de Estado: Terrorista con éxito.
  • Admiración: Envidia en estado puro.
  • Igualdad: Justicia de los mediocres.
  • El Rastro: Castizo bazar de las sorpresas hoy reconvertido en basto y vulgar mercadillo.
  • Inmigración: Importación de pobres.
  • Puritano: Financiero inversor en maldad ajena.
  • Pez: Agua en forma animal.
  • Solidaridad: Fraternidad de los dóciles.
  • Fundamentalismo: Odio por la gracia de Dios.
  • Destino: Límite de la libertad.
  • Barbas: Pelos brotados boca abajo bajo boca y mejillas.
  • Filosofía: Literatura de conocimiento.
  • Propina: Soborno en calderilla.
  • Cerebro: La más sobrevalorada de las vísceras.
  • Mendigo: Profesional de su miseria.
  • Turismo: Colonialismo blando.
  • Elecciones: Recurso de las democracias para que el ciudadano no intervenga en política.
  • Suicidio: Asesinato indirecto.
  • Negocio: Degeneración del ocio.
  • Sueño: Préstamo hecho a la muerte para conservar la vida.
  • Azafata: Camarera de altos vuelos.
  • Consumidor: Producto del sistema de poder para perpetuar la demanda de compra y la necesidad de consumir.
  • Humildad: Arte de existir lo menos posible.
  • Prudencia: Audacia de puntillas.
  • Fascismo: Versión nacionalista del socialismo.
  • Premios Goya: Plagio pobre de los Oscar de Hollywood con el que condenar el cine de Hollywood.
  • Tinta: Sangre enlutada de los escritores pesimistas.
  • Normalidad: Rodeo que da la naturaleza para hacer surgir un puñado de excepciones.
  • Rebelión: Recurso del sistema de poder para mantener viva la represión policial.
  • Luz: Sombra del cielo.
  • Nostalgia: Tristeza por lo desconocido.
  • Vergüenza: Ira hacia dentro.
  • Color: Rubor de la transparencia.
  • Tiempo: Latido del espíritu.
  • Economía: Arte de administrar el dinero y generar riqueza.
  • Enfermedad mental: Posibilidad psicológica de un nuevo estado de salud.
  • Excepción: Origen de la norma.
  • Persona normal: Individuo que censura en los demás lo que en él mismo encuentra tolerable.
  • Superstición: Creencia que se ha levantado con el pie izquierdo.
  • Pensamiento: Arte de combinar conocimientos.
  • Nubes: Puntos suspensivos entre la tierra y el cielo.
  • Estética: Ética ensimismada.
  • Fe: Depuración de la esperanza.
  • Error: Posibilidad de una verdad nueva.
  • Revelación: Revolución del espíritu.
  • Paro: Daño colateral de la economía globalizada.
  • Sexología: Carrera de armamento hacia el orgasmo.
  • Fe de erratas: Último refugio de la literatura nihilista.
  • Estética: Estilo de la ética.
  • Fe: Esperanza éxtasis.
  • Pánico: Miedo a lo desconocido.
  • Angustia: Miedo a lo conocido.
  • Victimismo: Agresividad de los pobres de espíritu.
  • Convicción: Peñasco frente al mar del sinsentido.
  • Discriminación positiva: Abyecta asignación de cargos y porcentajes de representación pública en proporción directa a la peculiaridad de los genitales.
  • Eslogan: Demagógica y pueril calderilla del ingenio.

La manzana de Newton sobre tejados de vidrio: paralelismo entre ciencia y arte

La investigación científica, como la práctica del arte, es un acto creativo, y no sólo consiste en atrapar una serie de hechos y extraer conclusiones. La ciencia empieza por hacerse una cierta idea del mundo, una hipótesis coherente y probable, y si la realidad corresponde con esa idea, establece una teoría. Un pintor o un escritor también imagina a través de su obra una perspectiva del mundo, pero la ciencia difiere del arte porque éste no necesita confrontar la imaginación con la realidad. Un cuadro de Friedrich o de Matisse no se corresponden con la realidad, sino que describen mundos irreales, pero hay en ellos tanta veracidad como en el teorema de PitágorasNietzsche escribió que el arte es más verdadero que la realidad.

Otra diferencia es que la ciencia siempre aparece vinculada a una idea de progreso, desde Arquímedes hasta Heisenberg, y el arte no. Las tragedias griegas nos resultan tan cercanas como los dramas de Calderón o de Beckett. En cierto modo, Sófocles, Miró, Vivaldi o Víctor Hugo son nuestros contemporáneos. Precisamente, Víctor Hugo dijo de Pascal que estaba superado como científico, pero no como escritor. Sus pensamientos nos siguen sorprendiendo. Lo que evoluciona es la técnica del arte, pero no el arte en sí. Sin embargo, difícilmente podríamos aceptar que un científico moderno tratara de explicar el mundo físico a partir de la teoría de los cuatro elementos, porque a lo largo del tiempo el universo y los fenómenos que lo conforman cambian, y nuestras categorías intelectuales para comprenderlo, también. (Tristán e Isolda, en su delirio wagneriano, llegan a decir, cantando al unísono: “Yo soy el mundo”).

También se dice que si no hubieran existido Tolstoi o Cervantes tampoco existirían Ana Karenina o Don Quijote, mientras que si Darwin no hubiera descubierto la teoría de la evolución, lo habría hecho otra persona. Pero este argumento no es del todo verdadero, y aquí es donde ciencia y arte coinciden más de lo que se cree, porque hay un cierto estilo común que corresponde a determinadas épocas y lugares. Si vemos los retratos de pintores italianos del siglo XVI encontraremos que tanto los rostros como los pliegues de los ropajes o el tratamiento de la perspectiva son muy parecidos. No todo es personal o subjetivo en la obra de arte, ni todo es objetivo en las investigaciones científicas. Newton fue quien descubrió la ley de la gravedad, y lo hizo él porque tenía un cierto estilo propio, un carácter singular. Si otro científico la hubiera desarrollado de hecho no sería igual, la habría establecido de otro modo.

Según la mecánica cuántica, los fenómenos físicos pueden modificarse desde el momento en que los convertimos en objeto de estudio. Percibir transforma. Cuando Dante, en “La Divina Comedia”, se refiere al amor como una potencia que hace girar los astros, Borges pensaba que estábamos ante algo más que una licencia poética, porque la voluntad humana participa, en alguna medida, de los fenómenos naturales. Nietzsche propuso “considerar la ciencia desde la óptica del arte, y el arte desde la óptica de la vida”. La teoría del caos se aproxima mucho a este punto de vista: la ciencia tocada con las alas de la poesía, la incertidumbre y el misterio.

Los cuentos y las fábulas ¿trenzan sus hilos argumentales con materiales equiparables a las teorías científicas? La ciencia, al igual que el arte, no se limita a copiar la naturaleza, sino que la reconstruye como hacen los niños con el mundo que los rodea.

Tierra firme de la fantasía

Seis precursores, seis

Al genio francés, de origen judío y aragonés, Miguel Eyquem López, alias Michel de Montaigne, inventor del ensayo propiamente dicho (género un tanto anárquico y a salto de mata que se parece muy poco, por cierto, a los ladrillos que nos quieren hacer tragar quienes se han apropiado del término), cabe atribuir también la primera propuesta de creación de los anuncios clasificados o anuncios por palabras, que hoy inundan los medios y redes sociales en toda clase de versiones; la primera propuesta que yo sepa, claro:

«Mi difunto padre, hombre de juicio preclaro, aunque no le hubieran ayudado más que la experiencia y su natural, díjome antaño que habría deseado organizar en las ciudades, un lugar establecido para que aquellos que algo necesitaran pudieran acudir a él y un empleado colocado allí a ese efecto, registrase su asunto, como por ejemplo: Vendo perlas, busco perlas en venta. Uno quiere compañía para ir a París; otro pregunta por un criado de tales características; otro por un amo; otro pide un obrero; quien esto, quien aquello, cada cual de acuerdo con sus necesidades. Y parece que este procedimiento para informarnos unos a otros reportaría no pocas ventajas al trato público; pues en toda ocasión hay naturalezas que se buscan recíprocamente y por no oírse entre ellas, quedan los hombres en extrema necesidad».

  • (Ensayos – tomo I, capítulo XXXV, publicado en 1580).

 


Más enigmático es el apunte de Leonardo da Vinci en su Cuaderno de notas (edición de Booket – Ámbito cultural, pag. 34), donde el artista florentino augura el éxito de las tarjetas de crédito y la especulación monetaria y mercantil características del capitalismo consumista:

“El dinero invisible proporcionará el triunfo a quienes lo gasten”.

 


Invirtiendo la máxima del romano Horacio, en su poesía “El poeta no nace, se hace”, Lewis Carroll aconseja a un joven aprendiz de poeta en unos términos que nos recuerdan muchísimo los métodos de escritura que desembocarían en la explosión del surrealismo: concretamente, el Manifiesto Dadaísta data de 1916, cincuenta años después de la composición del escritor y matemático inglés. Dice así:

“Primero aprende a ser espasmódico…/ Es una norma muy simple./ Porque primero tú escribes una frase/ y luego la rompes en trocitos./ Después mezclas los trozos y los ordenas/ como caigan en suerte./ El orden de las frases/ no establece ninguna diferencia”…

  • “Poeta fit non nascitur”, hacia 1865.

 


También Edgar Allan Poe sentía fascinación por las matemáticas y, al igual que el autor de Alicia, pensaba que los mecanismos de la inteligencia son más interesantes y fecundos que sus resultados.


Si el anterior poema de Lewis Carroll se adelantaba en cincuenta años a las técnicas dadaístas, no menos espasmódicas (y grupales) son algunas de las prácticas de los Kama Sutra, el célebre tratado sobre el amor sexual de la literatura sánscrita, compuesto por Maharshi Vatsyayana a guisa de resumen para la nobleza hindú, allá entre los siglos I a V, durante la dinastía Gupta. Toda su primera parte está dedicada al estudio de las 64 artes que componen lo que el autor denomina ‘ciencia del amor’.

Una de ellas, la número 28, dice así:

“Un juego que consiste en repetir versos: una vez ha terminado una persona, otra debe empezar inmediatamente recitando otro verso cuya primera palabra será igual a la última del verso anterior; quien deja de proseguir es considerado perdedor y obligado a pagar una prenda o abandonar el juego”

.

La número 45 se refiere al “arte de hablar cambiando la forma de las palabras. Esto se hace de diversas maneras. Unos cambian el principio y el fin de las palabras; otros intercalan letras parásitas en cada sílaba, etc.”

La número 49 propone “los ejercicios de ingenio, tales como completar estrofas o versos de los que sólo se conoce una parte; o suplir una o dos o tres líneas, en tanto que las demás han sido tomadas al azar, de forma que se complete un verso entero que tenga sentido; o de componer las palabras de un verso escrito de forma irregular, separando las vocales de las consonantes u omitiéndolas por entero; o de poner en verso o en prosa frases representadas por signos o símbolos. Existe una gran variedad de ejercicios de este género”.

¿No es alucinante? Son todas ellas técnicas muy similares a los cadáveres exquisitos y otros juegos surrealistas, dadaístas y de las demás vanguardias que dinamitaron la práctica del arte en Europa durante la primera mitad del siglo XX. Y considerados estos juegos de palabras como arte erótico ¡Y con casi 2.000 años de adelanto, en la India de la Edad de Oro!


Será de nuevo Edgar A. Poe (o Edgar, a poet, como firmó en alguna ocasión) quien en una de sus narraciones dialogadas de argumento apocalíptico, Potencia de la palabra, escrita en 1845, anticipa en más de cien años la formulación del efecto mariposa del que se sirvieron los autores de la teoría del caos para ilustrar la imprevisibilidad de los sistemas complejos, especialmente entre ellos el científico belga de origen ruso y premio Nobel de química Ilya Prigogine. La descripción de Poe se aproxima mucho a ese punto de vista, cambiando el batir de las alas de la mariposa por la agitación de las manos humanas, y teniendo en cuenta que son inteligencias angélicas quienes hablan. Extraigo algunos pasajes:

“Agitando nuestras manos, cuando nosotros habitábamos en esa tierra, causábamos una vibración en la atmósfera terrestre. Esta vibración se extendía indefinidamente hasta tanto no se hubiese comunicado a cada molécula de la atmósfera, la cual, a partir de ese momento y para siempre, se ponía en movimiento por la sola acción de la mano. Los matemáticos de nuestro planeta han conocido bien este hecho (…), de modo que se hizo fácil determinar en qué periodo preciso una impulsión de un alcance dado podría dar la vuelta al globo e influenciar, para siempre, a cada átomo de la atmósfera ambiente. Por un cálculo retrógrado, determinaron sin esfuerzo –dado un efecto en unas condiciones conocidas– el valor de la impulsión original. Entonces esos matemáticos, que vieron que los resultados de un impulso dado eran absolutamente sin fin (…) comprendieron a la vez que esta especie de análisis contenía, él también, una potencia de progreso indefinida, que no existían límites a su marcha progresiva y su aplicabilidad, excepto los límites del mismo espíritu que la había empujado o aplicado. Pero, llegados a este punto, nuestros matemáticos se pararon. (…) De lo que ellos sabían, podían inferir que un ser de una inteligencia infinita –un ser al que el absoluto del análisis algebraico le fuera revelado–, no experimentaría ninguna dificultad en seguir todo movimiento imprimido al aire hasta sus repercusiones más lejanas. Es demostrable, en efecto, que cada movimiento de esta naturaleza imprimido al aire debe al fin actuar sobre cada ser individual comprendido en los límites del universo; y el ser dotado de una inteligencia infinita, el ser que hemos imaginado, podría seguir las ondulaciones lejanas del movimiento, seguirlas, más allá y siempre más allá, en sus influencias, sobre todas las partículas de la materia o, en otros términos, en las creaciones nuevas que ellas alumbran (…) Esta potencia del análisis retrógrado, en su plenitud y en su absoluta perfección –esta facultad de relacionar en todas las épocas todos los efectos de todas las causas–, es evidentemente la prerrogativa de la Divinidad sola.”

Sorprendente, ¿verdad? Pues atentos: vamos a visitar la tumba de Ulalume.


Más sobre Poe:

Durante el invierno de 1847, Edgar Allan Poe compuso su obra maldita por excelencia: Eureka, a prose poem, alucinado por lo que consideraba la piedra angular de la ciencia futura, la clave de los secretos del Universo físico y espiritual. Sin apenas formación científica, Poe imaginó conceptos de la física que resultarían verdaderos. De hecho, la idea central del libro es el Big Bang como origen del Universo, un pensamiento sorprendente para un hombre de la primera mitad del siglo XIX. Poe intuyó con acierto que muchos de los cuerpos catalogados como nebulosas de nuestra galaxia eran en realidad otras galaxias situadas fuera de ella; relacionó tiempo y espacio en un único concepto; reconoció la gravedad como una fuerza capaz de propiciar el colapso de gigantescas cantidades de masa hacia un centro común; describió la existencia de agujeros negros y su acción absorbiendo a otros astros; comprendió que la estructura de la materia se basa en fuerzas de atracción y repulsión, algo sin sentido entonces hasta que el desarrollo de la microbiología verificó que los átomos no son indivisibles, y que la naturaleza y el funcionamiento interno del átomo se debe a las cargas positivas y negativas de las partículas que lo forman, la llave de la física subatómica.

La primera teoría científica que presentaba un modelo del Universo en expansión apareció setenta años más tarde, en 1917. Y no fue hasta 1965, con la detección de una radiación de fondo generalizada en todas las direcciones del espacio (que valió el premio Nobel a sus descubridores), cuando la ciencia reconoció que el Universo se formó a partir de la explosión de un superátomo primigenio donde estaba concentrada toda la masa y la energía hoy existentes.

En su día, Eureka no levantó el menor interés, a pesar de las conferencias que pronunció su autor para promocionar la obra. Hubieron de pasar 118 años de evolución tecnológica hasta las gigantescas antenas parabólicas de los radiotelescopios, para que la idea básica que Poe presentara en su libro dejara de ser una quimera.


(Atención, es Eureka: “Las consideraciones que en este ensayo hemos seguido paso a paso nos permiten percibir de un modo claro e inmediato que el espacio y la duración son una sola cosa. Para que el universo pudiera durar […], fue necesario que la difusión atómica original se hiciera en una extensión inconcebible, aunque no infinita. Se requería, en una palabra, que las estrellas se condensaran hasta adquirir visibilidad, que tuvieran todo el tiempo necesario para cumplir estos propósitos”).

“No tengo deseos de vivir desde que escribí Eureka. No podría escribir nada más”. (En carta a su suegra, María Clemm)


Norteamericano como Poe, también Jack London murió desquiciado a los 40 años, y en 1907 nos dejó una profecía de un futuro nada amable inspirada por algunas de sus obsesiones características: la anticipada relación de una revolución obrera de dimensiones planetarias que sería aplastada por los poderes oligárquicos, a los que adjudicó un nombre común y definitorio: El Talón de Hierro. Recurriendo a las armas del capitalismo más salvaje, este poder implacable derrotaría a las masas proletarias, a veces fuertes y a veces débiles, pero siempre desunidas y vulnerables. Es una crónica anticipada de unos acontecimientos que se presagiaban en aquellos principios de siglo y que London imaginó con clarividencia. Auguró el crack del 29 y la guerra entre EE.UU. y la Alemania Imperial, que comenzaría curiosamente con el ataque de la flota alemana a Honolulú, el mismo escenario donde años más tarde habría una base militar llamada Pearl Harbour. Como paradigma de hermosa profecía no cumplida, la fingida guerra de London termina enseguida: los trabajadores, mediante la huelga general, fuerzan el fin de las hostilidades. Siete años después de publicarse El Talón de Hierro, Europa iba convertirse en un cementerio y nadie sería capaz de impedirlo.


 

Montaigne, Leonardo, Lewis Carroll, Vatsyayana, Poe, London, seis precursores, seis.


El tiempo todo locura

El alma es la principal función del cuerpo

En una entrevista publicada en un diario madrileño, declaraba un científico del Hospital Universitario de Alicante que la razón por la que tenía prohibido investigar con células madre tenía su origen en una interpretación del pensamiento de Aristóteles, que cada vez tenían menos en consideración los creyentes. En concreto, tal pensamiento conservador se ha basado en los argumentos del filósofo griego sobre la inserción del alma en el embrión. Sin embargo, es un auténtico sarcasmo que se apele a la opinión de Aristóteles para oponerse a ese tipo de investigación, cuando si éste viviese, y teniendo en cuenta su insobornable voluntad de conocimiento, es muy probable que estuviese investigando, no ya con células madre, sino con células padre, con el hijo y el espíritu santo.

En realidad, el concepto aristotélico de alma ha dado ya pie a más de un malentendido. A este respecto, explicaba Aristóteles que “el alma es al cuerpo lo que la función es al órgano; lo que la visión al ojo”. Para el filósofo griego “el alma es la primera entelequia del cuerpo físico que en potencia tiene vida”. Por entelequia entendía la realización de toda la perfección que un ser puede alcanzar. O, lo que es lo mismo, el paso de la potencia al acto que realiza un ser, su realidad plena. Pero todos entendemos por entelequia, como dice el diccionario, algo irreal, como la invención, la fantasía, el sueño o la utopía, lo opuesto en fin a la realidad. Paradójicamente, coincidimos con Aristóteles en la consideración del alma como una entelequia, pero en la acepción de mera fantasía, algo que no tiene existencia ni posibilidad de existir. Sin embargo, la idea del filósofo es veraz y asombrosa: el alma es una construcción, la máxima entelequia del cuerpo, su función principal y más perfecta. Encontramos ecos de esta visión profunda del hombre dos mil años después, en el poeta inglés John Keats, para quien el mundo es el valle de la creación del alma.

¿El burka de occidente?

Se acerca el verano y aumentan las ofertas de clínicas de estética y depilación para lucir el palmito en la playa. España es el país europeo con mayor número de operaciones de este tipo de cirugía, en particular de reducción de nalgas o caderas, liposucciones y aumento de pecho, además de los oportunos retoques en la cara. A estas alturas nos resulta muy natural esa consideración de la belleza como objeto de consumo que nos lleva a ocultar el cuerpo y la propia cara bajo el disfraz de toda clase de procedimientos estéticos y a mutilarlo con operaciones quirúrgicas. Sin embargo nos parece aberrante la ablación de clítoris o el uso de velos y burkas de las mujeres musulmanas, con el argumento de que les impide mostrar su propio rostro y su cuerpo con naturalidad, o porque supone una mutilación de su vida sexual. Nadie llamaría “hacerse un retoque en la vagina” a una ablación de clítoris.

Pero estamos hablando de cosas no tan alejadas como parece: mujeres que se someten “voluntariamente” a mutilaciones para conformarse a lo que la sociedad espera de ellas. No olvidemos que en los países islámicos en los que se lleva a cabo, son las propias madres las que deciden operar a sus hijas, al menos tan libremente como las mujeres europeas que acuden a una clínica para reducir unas caderas que harían furor en cualquier otra época histórica o cualquier otro lugar del mundo. Pues en ambos casos se trata de una actitud de sumisión a la opinión pública en función de unas creencias que no hay la más mínima intención de cuestionar.

Decía Lacan que el fenómeno de la locura es inseparable del problema de su significación social. La alienación colectiva conlleva locuras socialmente inducidas. Por eso el primer caso nos parece una aberración, y el segundo no.
Ojo, no estoy diciendo que sean lo mismo, ni mucho menos. Las pésimas condiciones higiénicas y médicas, en el caso de las mutilaciones africanas, con el dolor, riesgo de infecciones y muertes que conlleva, y el hecho de que se practique a niñas y menores de edad incapaces de decidir por sí mismas, marca una diferencia básica entre las ablaciones y las operaciones estéticas de cualquier país europeo. Lo comparo sólo en el sentido al que me refería más arriba, de inducción social.
Otro aspecto a tener en cuenta desde el punto de vista sociológico es la gran cantidad de mujeres que prefieren cambiar sus amplias caderas naturales, propias de una Marilyn o una Sofía Loren, por unas nalgas de preadolescente, que al parecer consideran más atractivas. Pero este es otro tema, y muy resbaladizo, así que lo dejaremos para mejor ocasión.

La mejor defensa es un buen ataque de risa

El verbo se hizo carne: el cristianismo fue la primera religión laica

Lo más peligroso que tienen los monoteísmos es que creen en dioses excluyentes: si sólo hay un Dios, todos los demás están fuera de la ley, de la verdad y del camino a la salvación. Se trata de una exclusiva del monoteísmo. De ahí que al muy ateo Rousseau le pareciera imposible vivir en paz con un cristiano, con alguien convencido de que su fe es la única verdadera y que las demás creencias están condenadas y sin esperanza. La realidad constatable es que el Antiguo Testamento es una recomendación al genocidio cada diez páginas, y el Corán, se lea como se lea, está lleno de incitaciones al exterminio del infiel y a extender una tierra dominada por los creyentes, pues a pesar de las retóricas pacifistas, los monoteísmos nacen por rivalidad entre sí. El judaísmo se originó en gran medida por oposición a los cultos politeístas de Egipto anteriores al reformador Akenatón; el cristianismo nació como rebelión hacia la religión judía; y el islam lo hizo contra el cristianismo. De hecho, la creencia en un Dios único le convierte a uno en ateo de los demás dioses, que era la acusación contra los cristianos en los siglos II y III en el mundo romano. A diferencia de las mitologías paganas antiguas, el monoteísmo declara al hombre culpable por no ser Dios, por no ser todas las cosas.

La religión de los romanos, por ejemplo, era de tipo cívico, un refuerzo espiritual de las instituciones. Los emperadores que perseguían el cristianismo lo hacían escandalizados porque los cristianos, en vez de limitarse a tener un Dios como hacían otros pueblos, negaban los dioses de los demás, y sobre todo los aspectos divinos de las instituciones, y eso era lo intolerable. El gran mérito, por decirlo así, del cristianismo fue separar definitivamente el mundo de lo objetivo y cívico, del mundo espiritual y religioso. El cristianismo fue la primera religión laica: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Es por eso, como ha señalado con acierto Fernando Savater, que hoy resulte un tanto paradójico en la Unión Europea el empeño de ciertos grupos políticos de mencionar en la Constitución las raíces cristianas de Europa… cuando precisamente una de las principales raíces cristianas de Europa es la desaparición de la religión del espacio político: ése fue el mérito del cristianismo. Jesús, en cierto modo, fue un laico. La Iglesia original no entra en contradicción con la laicidad, sino que la fomenta. Reintroducir la religión como justificación del espacio público sería paganizar el cristianismo, del mismo modo que considerar a la Iglesia un adversario político, como hacen los partidos progresistas, se sitúa en el lado radicalmente contrario del laicismo que dicen defender.

El cristianismo fue la primera religión laica: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Otra de las grandes aportaciones del cristianismo fue presentar un Dios encarnado. El evangelio de San Juan dice que Dios se hizo carne, logos sarx egenito, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, provocando el mayor trastorno en la historia de las religiones. Dios está entre los pucheros, por decirlo con las palabras castizas de Santa Teresa. El cristianismo nació con esa originalidad que duró hasta el siglo IV. A partir de la visión de Constantino, cuando el dedo divino escribió en el cielo aquellas palabras: con esta señal vencerás, se hizo la mayor perversión de la cruz primitiva, que se convirtió en símbolo. Poco después, con el edicto de nuestro segoviano Teodosio en el 381, el cristianismo pasó a ser oficialmente la única religión verdadera y todas las demás fueron declaradas clandestinas. Desde entonces, la Iglesia no volvió a creer más en Cristo vivo, sólo en el muerto.

la mejor defensa es un buen ataque de risa (2011)

Paradoja de la deuda externa

Con su habitual eficacia, la ONU ha sido incapaz de encontrar los expedientes de 6.400 millones de dólares depositados en bancos iraquíes por EE.UU. a lo largo del 2003 y hasta primeros del 2005, destinados a la reconstrucción del país. Lo cual significa que casi la mitad del dinero que el gobierno de Estados Unidos desembolsó para la reconstrucción de Irak a partir de 1994 se encuentra en paradero desconocido. Si esto ha ocurrido bajo la supervisión de la Autoridad Provisional de la Coalición, no hace falta mucha imaginación para saber dónde ha ido a parar desde los años ochenta buena parte de los 1,53 billones de dólares que los países pobres adeudan hoy a los ricos.

¿Se ha parado alguien a pensar que los bancos de los países desarrollados tienen en su poder depósitos públicos y privados de los países pobres por valor de 620.000 millones de dólares? ¿O, dicho de otra forma, que gobiernos y particulares de los países en desarrollo tienen guardado en los bancos de los países industrializados casi la mitad del importe de su deuda externa? Esta situación sólo aparentemente paradójica se produce porque en lugar de invertir los capitales en el aparato productivo de sus países, los ricos de los países pobres depositan el dinero recibido por préstamos o el acumulado por los salarios bajos, plusvalías o venta de materias primas, en los bancos de los países ricos. De este modo, los países industrializados se aseguran de que el dinero de la ayuda al Tercer Mundo vuelva a ellos.
Cuando los ministros de Finanzas de los ocho países más ricos del mundo expresan su disposición a cancelar la totalidad de la deuda externa de los 18 países más pobres, todos ellos africanos, excepto Bolivia, Honduras y Nicaragua –casi 37.000 millones de euros–, todos nos ponemos muy contentos por un gesto que puede contribuir a la paz y la armonía entre los pueblos y a erradicar la pobreza. Pero olvidamos que, con esa acción simplemente bienintencionada, estamos contribuyendo también a fomentar la mala gestión política y el desvío de fondos públicos a manos particulares.

El mayor problema de África, Asia y América del Sur no son las catástrofes naturales, ni las enfermedades, ni los conflictos armados, sino la corrupción, que involucra a todos los demás problemas. De poco sirve cancelar la deuda externa en países que no realizan ningún esfuerzo por combatir la corrupción política y económica, ni se sienten obligados a invertir ese dinero en el fomento de servicios sanitarios, educativos e infraestructura, mejorar la trasparencia fiscal o asegurar una estabilidad económica dentro de sus fronteras, ni por ayudar lo más mínimo a su gente. O si por el otro lado, tampoco se realiza el esfuerzo de estudiar caso por caso cada situación, ni de garantizar procesos claros y transparentes, adoptar medidas de protección si fueran necesarias o ciertas tarifas, como condición previa para poder obtener préstamos del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional, ni se atienden las alternativas a la globalización neoliberal que puedan originarse en el seno de los propios países pobres.

Porque, en primer lugar, podemos preguntarnos qué derecho tienen los países subdesarrollados sobre nuestro dinero, si tenemos en cuenta que el endeudamiento es consecuencia directa de la mala gestión política de sus gobernantes y, sobre todo, hasta qué punto con la ayuda al Tercer Mundo y con la cancelación de la deuda son los pobres de los países ricos quienes subvencionan a los ricos de los países pobres.
El objetivo de la cooperación internacional no es acabar con la pobreza a medio o largo plazo, sino crear una estructura mundial que permita a los países ricos mantener su hegemonía, porque ni los grandes productores económicos pueden desequilibrar el mercado sin propiciar elementos graves para su propia crisis económica, ni los países del Tercer Mundo están en condiciones de satisfacer las deudas contraídas en ese mercado.
También debemos preguntarnos si África pasa hambre porque dejó de cultivar lo que necesitaba para comer y se introdujo la lógica mercantil en el tejido social de la población, con lo cual pasó a dedicar todos sus recursos al desarrollo de los cultivos comerciales que interesaban a Europa y EE.UU. A cambio en estos países se siguen organizando conciertos solidarios y galas benéficas que sólo contribuyen a agravar el problema de la falsa ayuda, compensar con sobras y excedentes de producción y limpiar la conciencia de la gente. En este caso, la solidaridad sólo supondría una forma de narcisismo colectivo, del tipo “ponga un pobre en su mesa”, o también “si ayudo a los que pasan hambre, señal de que soy una buena persona”.

Si uno de los peores males de los países en vías de desarrollo es la corrupción de sus gobernantes, resulta terrible que el modelo alternativo primero y más cercano al que puedan acogerse sea la propia cooperación internacional corrupta, tanto oficial como no gubernamental, con su burocracia hipócrita, indiferente o mezquina, que funciona como generadora de más años de subdesarrollo a través de la herramienta supuestamente creada para salir de la miseria.
Perdonar la deuda externa a los países pobres entra así dentro de lo que podríamos llamar explotación política de la caridad. Del mismo modo que cuando alguien da limosna lo que hace no es repartir la riqueza, sino administrar la pobreza, los gobiernos y multinacionales de los países ricos no pretenden acabar con la miseria, sólo rentabilizarla. Una vez perdonada esa deuda, el abismo entre ricos y pobres seguirá aumentando. Y no porque la caridad en sí tenga nada de malo, lo malo es creer que así se puede acabar con la pobreza.

El tiempo todo locura

La regla de oro

Si Kant convierte un precepto religioso en un deber ético, su célebre imperativo categórico, apenas se limita a traducirlo a escala humana, demasiado humana para un filósofo como Nietzsche, quien directamente lo parte por la mitad, lo dinamita. Que no se hicieron las medias tintas para quien aspira a asaltar los cielos. Voilà:

  • Confucionismo: “Lo que no desees para ti, no se lo hagas a otros.”
  • Cristianismo: “Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo a ellos.”
  • Budismo: “Lo que no es adecuado para mí o no me es grato tampoco ha de serlo para él; lo que no es adecuado para mí o no me es grato, ¿cómo puedo exigírselo a otro?”
  • Hinduismo: “Uno no debe comportarse con otros en una forma que hacia uno mismo es inadecuada: esta es la esencia de la moral.”
  • Islamismo: “Ninguno de vosotros es un fiel si no desea a su hermano lo que desea para sí mismo.”
  • Kant: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.”
  • Nietzsche: “Pero la mayoría de las veces esto no es sino mero egoísmo; pues egoísmo es considerar el propio juicio como ley general, egoísmo ciego, mezquino y cobarde, por otra parte, puesto que revela que todavía no te has descubierto a ti mismo ni te has creado para tu uso particular un ideal propio, que a ti sólo pertenezca, pues semejante ideal no podría ser jamás de otro, ni mucho menos de todo el mundo” (La gaya ciencia, aforismo 335).

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Rescatar del olvido el arte de la memoria

En la cultura clásica, la memoria era la madre de las musas, la máquina del tiempo de los dioses. Una diosa ella misma.

El filósofo Bergson pensaba que la memoria es justamente la intersección de mente y materia, de modo que los aparentes fallos de memoria no serían en realidad fallos de su parte mental, sino del mecanismo motor que pone la memoria en acción.

Funes el memorioso, el inolvidable personaje de Borges que discurrió un vocabulario infinito para la serie natural de los números –sin llegar a escribirlo, porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele–, no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada bosque, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Proyectó un catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo, que definiría luego por cifras. Porque para Ireneo Funes, la memoria era la madre de las ciencias exactas, no de las artes, y su vocación era la certidumbre. O por decirlo con un rodeo: para Funes, el arte de la memoria consistía en recordar que la memoria era una ciencia. Pero no debemos olvidar que Borges definió su fábula como una larga metáfora del insomnio.

Milan Kundera advirtió una conexión secreta entre la velocidad y el olvido, entre la lentitud y la memoria:

“El grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido”…

Del genial autor de Gulliver, Jonathan Swift, se cuenta que un día, cuando empezó a perder memoria, como quien se afirma y se ancla en su íntima esencia invulnerable, se le oía repetir: “Soy el que soy, soy el que soy…” ¿Tal vez porque intuía que sin memoria se moría, que la vida no vivida puede matar?

Pero si la memoria fuera infinita, ¿no recordaríamos cada una de las circunstancias de cada día de nuestra vida, que son innumerables?

Para el escritor argentino Antonio Porchia, vivimos con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

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